mardi 5 janvier 2010

Emmanuel y un largo etcétera. -Prólogo-

Querido hijo de la grandísima puta que es tu madre:

Todos los seres humanos tenemos una historia que contar. Son pocas las vidas realmente aburridas, pero también son pocas las personas que saben contar historias. Me gusta pensar (aunque esto tal vez es poco correcto) que yo sé contar y que mi vida no es tan aburrida, así que decidí contártela a ti, a ver si sale algo bonito.

Los nombres de los personajes han sido cambiados porque se me dio la gana. En realidad, no todos los nombres de los personajes han sido cambiados. Me vale madres proteger cualquier identidad y en especial la tuya, porque tu nombre (¡maldito sea!) igual me parece muy bonito.

Emmanuel.

Significa Dios con nosotros, ¿sabías? Rayos, así se iba a llamar Jesús, pero al final no se pusieron de acuerdo los ángeles. Se le quedó Jesús. Pero a ti te pusieron Emmanuel... ¿será por algo? ¿Una coincidencia? ¿El santo de tu día? ¿Así se llamó tu abuelo? En realidad no me importa.

Emmanuel, con dos emes. Eres el mayor error de mi vida. Si de algo me arrepiento es de haberte conocido. De haberte querido. Emmanuel, con dos emes, te has ganado un honor: voy a tomar tu recuerdo (ése que me hace enfurecer cada que se cuela en mis pensamientos) y lo voy a hacer novela. Después lo voy a poner en Internet y tal vez algún extraño buscando pornografía lo encontrará.

Toda mi vida había transcurrido pacífica y alegremente en una ciudad chiquita que no era pueblo (y que no se atrevan a decirle pueblo) donde todos los niños íbamos a una de las dos secundarías que existían. Y yo era un niño feliz con muchos amigos, a pesar de mi homosexualidad un poquito reprimida y mi primer enamoramiento de quinceañera con mi mejor amigo buga. Nada me molestaba (excepto por ese enamoramiento que insistía en imaginarse que tal vez él era bisexual) y mi mayor preocupación era el futuro, que se veía bastante brillante. Pronto entraría a la prepa, a la high skool, y eso ya sería en la no tan gran ciudad (pero no en la pequeña ciudad-no pueblo), lo cual significaba conocer gente nueva y pues... quién sabe. El futuro era incierto pero me causaba mucha emoción.

Todos mis amigos querían entrar a la misma prepa, incluido ése del que estaba enamorado. Pero al final sólo uno de ellos (el que me era más lejano) compartió aulas conmigo. Los demás fueron mandados (porque no pasaron el examen, porque sus padres quisieron, porque sí y ya) a otras escuelas y no me olvidé de ellos porque... vamos, igual vivíamos en el pequeño no pueblo.

Había siete grupos en la mañana y ocho en la tarde, numerados del uno al quince. Mi grupo fue el seis. El primer día recuerdo haber estado en la puerta del salón de clases acompañado de Daniel (el no tan amigo que sí iba a ir a la misma escuela). Conocí a un par de chicos que pensé tal vez se convertirían en mis nuevos grandes amigos con los que viviría grandes aventuras de película de High Skool de Disney (con bandas de rock y obra de Romeo y Julieta), pero no fue así, y empecé, digámoslo así, con el pie derecho.

Un papelito por ahí invitaba a unirse al grupo de teatro de la escuela, pero, aunque sí me gustaba la idea, lo ignoré. Ay, Emmanuel, si no fuera porque mi hermana se unió sin quererlo realmente yo nunca te hubiera conocido. Y no serías el mayor error de mi vida.

1 commentaire:

  1. No mames, que pedo con las coinsidencias de mi vida, a mi un Emmanuel me "cago" la existencia, despues llegó un x ( a mi si me da no se qué poner su nombre, aun) y lo sacó, aunque básicamente vino a joderme más, en fin, la cosa es que quiero aclarar que en ningún momento llegué aquí buscando pornografia u_u.

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